Ernesto Michel
Leonardo Gavriloff entrevistó a Ernesto Michel. Es actor, autor y director teatral. En tiempos en que apostar por la cultura no es habitual Ernesto Michel tiene a su cargo el Centro Cultural Teatro Fray Mocho, un espacio donde el teatro independiente encuentra un valioso cauce de difusión.
Desde hace veinticinco años, entre los barrios de Balvanera y Almagro, el Centro Cultural Teatro Fray Mocho ofrece desde su espacio un refugio para la cultura en sus distintas expresiones, en especial a través de obras de teatro y talleres,además de salas de ensayo donde el teatro independiente tiene un lugar.
Pero la historia del Centro Cultural Teatro Fray Mocho no se remonta solo a esta década y media, sino que tiene su raíz en los años ‘90, fruto de la idea de un grupo de actores y amigos que proyectaron armar un espacio para el teatro lejos delas grandes luminarias y encontraron el camino a través de un sistema de cooperativa.
Al frente de esta iniciativa y como director y “hombre orquesta” del Centro Cultural Teatro Fray Mocho, Ernesto Michel asegura que “hoy sostener unespacio así no es fácil, los gastos son importantes, a la gente le cuesta en lo económico, pero la satisfacción de hacer lo que nos gusta es impagable”.
Actor, director y docente de actores, autor de varias obras de teatro, y permanente artista itinerante a través de la Argentina, países de América Latina y de Europa, Ernesto Michel ostenta una larga trayectoria que se inicia en los años ‘50, y que lo llevó por los más diferentes caminos.
El primer recuerdo concreto que cita Ernesto como inicio de su vinculación al teatro es cuando a los doce años, Oscar Ferrigno, amigo de su padre, montaba la obra Carro Eternidad y le discutió una puesta, a él le gustó y empezaron a charlar sobre el tema.
A principios de los ‘60, el padre de Ernesto comienza a trabajar en el viejo Teatro Argentino, cerca de Congreso, que dirigía en ese entonces Inda Ledesma, recuerda haber visto a Alfredo Alcón haciendo Israfel, y que años más tarde fue destruido en un atentado.
Luego de hacer una participación en la obra El Soldado de chocolate de Bernard Shaw, junto a figuras como Sergio Renán, Fernando Siro y Guillermo Battaglia, Ernesto, debutó en Cyrano de Bergerac, en el Botánico, junto a Zelmar Gueñol, y después encaró el papel que más satisfacciones le dio: el de un nuevo cocinero en la obra La Cocina, dirigido por Jorge Hacker, junto a Daniel Miglioranza y los hermanos Pasik. Corría 1974, y los
elogios hicieron que se extendiera durante cuatro temporadas, incluyendo el logro de un Premio Molière.
Para Ernesto fue el espaldarazo que le faltaba y enumeró su paso por varias películas y obras de televisión, desde Bairoletto y Gerónima hasta El sodero de mi vida e Ilusiones, que protagonizaba Oscar Martínez.
La idea de intentar nuevos desafíos hizo que Ernesto Michel comenzara a incursionar en la dirección. Luego de dirigir una obra infantil, un amigo le acercó un libro de un juez uruguayo, Juan Carlos Patrón, llamado Hacé la calle. Era la historia de una prostituta, un vendedor ambulante y un policía corrupto, incluía teatro, música y baile, se animó, lo adaptó y lo estrenó en el teatro Arlequín.
De aquella sede en Abasto a ésta de Almagro
Con respecto al origen del Centro que hoy conduce, y cuya sala tenía una capacidad para unas ciento veinte personas, Ernesto comenta que el Centro Cultural Teatro Fray Mocho funcionó durante la década del ‘90 en el espacio que les cedió una cooperativa, Coperriel, de los ferroviarios, en la zona del Abasto. El nombre viene de una vieja librería de los años ‘40 relacionada con gente de teatro y literatura.
Allí, se realizaban charlas, y venía gente del arte, la política y la cultura. El director del espacio se entusiasmó tanto que reformó el lugar para que pudieran armar una sala de teatro, así subieron a escena numerosas obras de autores argentinos y universales.
A principios del nuevo siglo hubo que desalojar el lugar por una serie de conflictos y diferencias internas. Mediante una estratagema, lograron extender el permiso un año más, y apareció un lugar en Almagro, donde había funcionado un estudio de televisión que estaba abandonado, y pertenecía a una institución judía. Un mecenas los ayudó y pudieron habilitarlo en poco más de un mes.
Para Ernesto Michel, “estos son espacios que ayudan a resistir las avanzadas contra el arte, no es fácil convocar pero cuando hay buenas propuestas el público responde”. En 2018 en el Centro Cultural Teatro Fray Mocho estrenó una obra de su autoría que dirigió, Tango, religión y muerte, y la reposición de El marido engañado de Molière y la antes mencionada Hacé la calle, además, de realizar diversas obras y festivales como Encuentro de Teatro Breve de Humor (durante diez años) y Encuentro de Teatro de Medio Tiempo.
Nuevamente hubo que mudarse porque los dueños del local donde funcionó durante quince años decidieron vender. Luego de cuatro meses de búsqueda, recalaron en un local de la calle Araoz 1047- Villa Crespo-CABA. El lugar es más pequeño, para sesenta personas pero muy acogedor, donde ya funcionan talleres de Teatro, Canto, Clown, Teatro para la Tercera edad, entre otros.
“En el marco de una sociedad inmersa en una crisis profunda que afecta económicamente y socialmente, la actividad cultural es una herramienta para enaltecer el espíritu y la moral humana y un medio concreto para mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía. Por esta razón, el Centro Cultural Teatro Fray Mocho sostiene firmemente que una consolidación de los lazos entre instituciones que fomentan la cultura y la educación, es el primer paso para la reconstrucción de la sociedad argentina”.